sábado, 7 de febrero de 2009

::: Baraka :::

En los tiempos que vivimos es difícil encontrar lugares públicos donde se hable de lo trascendente, de lo íntimo, de lo inmaterial. En estos tiempos de consumismo, ahora incluso se nos anima a aumentar el consumo para paliar la crisis desencadenada precisamente por el hiperconsumo, no deja de causar impacto encontrar un grupo de personas que se reúnan un viernes por la tarde a hablar de hacia dónde va nuestra sociedad y cómo colisionamos con lo imperecedero, con la naturaleza global y con nuestra naturaleza en particular.
Pues eso es lo que me ocurrió a mí el pasado viernes al aceptar la invitación que me hizo… ¡un político! Sí, señores, un concejal del ayuntamiento de Sevilla, que en su tiempo libre y rompiendo el rol del político de hacer todo para ganar votos, presentó en un conocido y céntrico Círculo de Sevilla la película Baraka (El último paraíso).
Baraka, barakah o بركة en árabe sufí, es una antigua palabra que puede traducirse simplemente como "bendición", "aliento" o "esencia de vida". Y eso es lo que me supuso contemplar durante casi hora y media cómo Ron Fricke, su director, capta los goces y los desastres que la naturaleza y el hombre han traído al planeta, evitando las palabras, excitando la vista, el oído y la imaginación con una sucesión trepidante de imágenes y sonidos, demostrando que la única forma de conectarse con la Tierra es la Espiritualidad y la Religión, en cualquiera de su variantes. Todo acompañado por una banda sonora épica, porque las composiciones de Michael Stearns contribuyen a aumentar la intensidad con que se perciben las imágenes de la cinta, proporcionando al espectador una experiencia casi mística.
Vean Baraka, es fácil bajarla de internet, y después lloren a piernas sueltas… sólo un rato, porque a continuación levantarán la cabeza y miraran de otra forma todo lo que nos rodea.